martes, 19 de junio de 2012

OLVIDO

Pasaron los años y volvió la tristeza, la injusticia, la desesperación. No se borraron las huellas de la incomprensión. El fanatismo de los hombres se hizo de nuevo patente.
Los caminos se llenaron de nuevo de odio, entre la niebla soplaba el viento siniestro con estrías de locura.
La exaltación de las ideas, faltas de sentido, se convirtió en banderas y promesas. Los pensamientos fanáticos crecieron, las ilusiones sin ciertas reflexiones fueron a parar a ríos de sangre.
Nadie había aprendido nada, entre años, décadas, siglos.
Los hombres volvieron a coger sus fusiles, sustituyendo a las palabras. Se descuidaron del respeto a si mismos, extraviaron en la indiferencia la voluntan hacia su hermano, y se hallaron de nuevo entre las tinieblas, el general más sanguinario de la memoria del hombre, se llama “Olvido”.
Los hombres reforzaron sus fronteras. A los perseguidos se les aconsejó que se perdieran. Muchos no pudieron esconderse, el mundo ha veces es tan pequeño para el huido.
Algunos cambiaban de nombre, de aspecto, de ideas, pero no sirvió de nada, ya que no eran como ellos, y eso siguió a patente de corso, fundido a hierro sobre la piel, nuevos números en el antebrazo. Otros aunque lo intentaran, se dieron cuenta que no podían cambiar de raza, de piel. No se puede cambiar lo que no depende de ti, si cambian tu ADN ya no eres el de antes, el sentido común fue el sentido propio de solo unos pocos, como una enfermedad fueron propagándose como virus, zombies mecanizados, y como cazadores de sueños fueron invadiendo los territorios del pensamiento de los que quedaban. Los nuevos ladrones de cuerpos acabaron por apoderarse de todas las almas, menos de las que se exterminaban….
Los campos se llenaron de fuego, las familias se separaban, el desconcierto se reproducía como la peste. Las nubes se abrían, se hacían espacios de entre el cielo, rugían a todo cabalgar, los cuatro jinetes, a su alrededor todo se sembró de soldados. El amanecer no volvió. La libertad de todos, hacia días que había muerto, el hombre volvió a olvidarse de si mismo, la indiferencia y el abandono siempre fueron para el malos amigos, fatales augurios de viaje.
Éramos millones este amanecer, ya no queda nadie, el desprecio a la vida del otro acabo con el primero que levanto su arma, nadie se da cuenta que nunca se esta por encima de nadie, que todos seguimos siendo uno, y que la unidad les daba la fuerza. No quisieron mirar atrás, y el destino los engullo.
Todo comenzó por una tontería. Polémicas sin sentido, y el poco sentido común fue tragado entre los vómitos de la intransigencia. “Tu callas y yo hablo, tus ideas no las mías si. Nosotros mejores, vosotros no pasareis”. Luego vinieron las idealizaciones de los unos y los otros, pasaron entre razas de noche, estirpes de día. Todos se creían mejores, nadie dejo de llevar la razón. El que lo hizo llevo un yugo y cadenas por siempre en su cabeza, armazones de opresión cuando se silencia y se deja marchar a la injusticia.
Y llegaron las sombras hacia las tumbas, no se sabe cuando se impondrán los vientos henchidos de libertad, ni cuando saldremos de las sombras, quiero decir de estas sombras, las que se nos repiten en la historia, sin saciarse entre la inquina y la incomprensión, el asco hacia el respeto mutuo.
Un día los falsos amantes de la libertad, los que iban a perfeccionar al mundo, fueron entrando de casa en casa. A los que no pensaban como ellos, les dijeron que se rindieran, muchos no pudieron hacerlo. Sus mentes por mucho que lo intentaran no lo conseguían, cogieron sus armas, antes se apoderaron de sus ideas, entre métodos nuevos, que nadie hasta entonces conocía. Aunque ellos en lo más profundo de su ser seguían sabiendo quienes eran. Hay cosas que no pudieron borrar.
Estos nuevos padres de la patria, habían tenido ya muchos nombres, miles de rostros, mujeres e hijos innumerables. Tantos camaradas, sustituyendo a amigos por una causa. Pero los perseguidos se revolvían y luchaban contra los padres de las ideas justas para todos, ellos tenían las suyas y querían ser distintos, y gritaban al viento:
-“Vosotros tendréis la razón, nosotros aun seguimos teniendo nuestras almas enteras, únicas, individuales. Seguiremos a nuestro Dios, a nuestro fanatismo si así lo queréis llamar, nunca nos quitareis la esencia de lo que queramos y deseamos ser”…
Los que así protestaron fueron fucilados y ahorcados al amanecer, la sangre corrió tanto que volvieron las banderas a llenarse de rojo, los desfiles dieron el nuevo sentido al fanatismo, la mayoría quiso poner una estrella para todos en su pecho. Los otros, no pudieron creer más, por lo menos en este mundo y asta el más reacio callaba, dejo de ser persona para convertirse en marioneta, la vida llena e independiente era para el tirititero, el padre de la patria, manejaba los hilos igual a mejor Dios supremo, el camarada de entre todos los camaradas. Las mañanas no se renovaban con vientos fríos del norte, ya no eran nuevos, nada se restauraba, todo se fue destruyendo esta vez, tras la noche seguía la misma oscuridad, nada cambio, triunfo la razón de los nuevos hombres, iguales, con los mismos derechos, todo oculto en ellos, esta vez el contagio no tuvo rumbo. Fue el fin al buscar la perfección para ellos cayeron en el pozo del olvido, ya que no dejaban de pensar en si mismos.
Nadie volvió a coger un fusil por la libertad, y a esta se le cambio el nombre, el sentido, ya todo era perfección. Este fue el principio del fin, el del hombre, a partir de entonces fueron nuevos seres vivos, pero nunca más pudieron volver a ser “humanos”….

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