miércoles, 27 de julio de 2011

El abuelo inexistente.

Te veo caminar, en mi imaginación, en mis deseos, los que serían, son, mis ilusorios recuerdos.
Tus pasos son calmos, sosegados, ritmo algo cansado, quizás hagan efecto tantas primaveras dadas a esa picadura de tabaco. Paso tras paso, con el rostro apacible, serio y sosegado, de esa paz del buen poso, repósate enraizado con sabor a antiguo, a plácido juicioso, por el asiento que conceden las celebraciones de los años.
Vas por el sendero, tu paseo de todas las mañanas, por el parque antiguo. El primer frío otoñal llama al primer café del día, ya van a la universidad los nietos. Hoy estas solillo abuelo, tus huellas bien marcadas en el asfalto son marcas de tu paso por este nuevo día, el sonido de tus pisadas, hojas secas ya, que crujen al ser pisadas, se escapan y escabullen hacia donde las manda el encaprichado viento del norte. Hoy sacaste el abrigo de invierno, antes de tiempo, pero en una mañana destemplada como esta. Y ese silencio, escuchas tu respiración, el latido acompasado de tu corazón algo agitado y ves el hálito que sueltan tus pulmones entre la descompuesta niebla. Tu dinastía ya no te acompaña. La abuela se fue sin despedirse, y las palabras no se las puede llevar el viento, pues no hubo verbo, conjunción ni expresión que pudiera ser gravada en el. La vida te volvió la cara, un nuevo desdén, grosería de este mundo, menosprecio hacia el que es tu recuerdo, abuelo mío, el que me invento en mi cielo, en lo que no tuve, el que saco de la nada, el que deseo, el que pude tener y no tengo en mi mente, el que no puedo sacar de mis momentos, mi abuelo.
En tu paseo que ya es costumbre, cruzaste el primero de los seis elegantes y hermosos puentes del parque, pasito a pasito, coges aire, un suspiro, miras a derecha e izquierda y un nuevo paso al camino. Camino bordeado de sauces y flores, vistosas de entre una naturaleza llena de sus colores vivos tras haberse apagado las luces de la ya fallecida noche. Noche calma, favorita en un paseo como este, que atrae a las parejas de enamorados de la ciudad, entre faroles de luces verdes, tenues y sutiles. Caprichos y diabluras de los que harían en tu época travesuras a pulso del corazón.
La verdad es triste, pues me acordé de ti, te hice y te cree porque hoy le dio a alguien por poner el día del abuelo en su recuerdo, en la mente de todos, en homenaje de todos ellos. Yo tuve abuela, la única que conocí, por eso la tuve, la que sigue en mi recuerdo, pero a la que no evoco a que venga a mi memoria, a la que más bien acudo a su olvido, pues la rememoración con ella de lo vivido no da a alusión más que a la desconsideración. Su altanería y orgullo, flaquezas de su personalidad, fueron balas de fuego hacia mi persona. Por eso hoy en el día al abuelo, te busco a ti, al que me invento, dando rienda suelta a mi mente, y veo a un abuelo sencillo, manso y bueno, el que se alegra al verme, ese que tiene estilo. El que regaña sonriente, pues le hace gracia ese loco bajito que juega y juega, que no se cansa, al que no consigue reñir. Al que no censura cada uno de sus actos, pues lo ve con ternura y cariño. Al que reconcilia con un guiño, con un gesto, con una mueca cómplice, ese calor amante del abuelo. Su cara y semblante tienen el paso de los años, el retrato con un pasado, marco y muestra manifiesta del acomodo de determinados genes que heredé, pero rasgos únicos de la ternura, de una caricia a tiempo, de una mano grande llena de callos doloridos, secos y fríos, que cubren mi cara, con tacto y dulzura. Meloso cuando se queda fijo mirándome, bondad en sus palabras al hablarme suave, afable y tierno, ese es mi abuelo....

Feliz día del abuelo, a todos los abuelos buenos. Donde quiera que estés, abuelo.......

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