viernes, 17 de octubre de 2014

A papa le dio por escribir



(Historia ficticia de un ladino y astuto escritor).
Fue en un pequeño pueblecito de la Pampa húmeda de Argentina, todos los recuerdos quedaban marcados por la lluvia. Allá nació D. Agustín, sus primeros rayos de luz los contempló en Rojas, a comienzos de la década de los treinta del siglo XX.
Dicen que dentro de la Pampa se haya la inexistencia y la falta del retorno, con ausencia de matices, donde nunca encuentras nada pero a la que no olvidas nunca. La Pampa causa la gran nostalgia para quien un día la abandona. Es donde poder recordar rescatando en el pozo de la infancia. Un lugar para poder reflexionar con el cantar de los pájaros, disfrutar de las lagunas, contemplar atardeceres y crepúsculos que dejan reflejos e instintos imborrables para la alegría de la memoria. Lugar lleno de ensueño. Un orden necesario dentro del caos. Igualmente refugio para las sabandijas asustadas que se metían siempre en sus propicias madrigueras.
D. Agustín odiaba perderse en un mato groso imposible como tal cosa. Como tampoco le gustaban los ríos, mares y océanos. Igualmente despreciaba los pantanos, pues pantanos hay muchos, y es fácil empentarse. Era un espacio idóneo para el escritor que llevaba dentro.
De joven era como muchos de sus paisanos, un miembro tranquilo en sociedad. Aparentemente de puertas para afuera. Zagal inquieto, discutidor agudo, hombre de café y mate. Carnal al máximo, un problema grave, pues todos los vicios se le reflejaban en el rostro desde pequeñito. Se delataba a sí mismo sin pretenderlo. Se fue convirtiendo con el paso del tiempo en un hombre de textura filosófica. Atraído por los mitos y los símbolos, lo que le llevó a cambiarse de nombres y apellidos. Sufrió las consecuencias del mundo de la razón derivadas del mundo de la irracionalidad. El hombre para él era razón pura, y la razón crea en ocasiones monstruos que son los mismos hombres. Los perros flacos acaban por dar vueltas sobre sí mismos, terminando por morderse su propia cola.
D. Agustín volvía siempre a su pueblecito rural de origen. Vecindario de agricultores. La Argentina fue a principios del siglo XX patria de inmigrantes y expatriados europeos. Municipio perteneciente a la provincia de Buenos aires. Un pueblo con orígenes españoles, los gallegos. Ascendencias francesas, italianas, alemanas, eslavas. También  libaneses o turcos, apodo que se da a todos los pertenecientes al  imperio otomano.
D. Agustín “el matemático”, era un hombre que dedico sus ratos libres a la lectura que le inspiraba y enriquecía en su vocación de escritor. Sus contemporáneos denominaron su obra como literatura. Sus relatos nunca fueron fieles a lo que plasma una fotografía. Las palabras se juntaban dando sentidos a los sueños. Las transcripciones que da el sopor en pleno letargo suelen ser fantasmagóricas, casi nunca exactas a la realidad. Se propuso cosas grandes al decidir escribir. Lo mínimo que se le podía exigir a un hombre es que fuera perfecto, lo intento siempre con esfuerzo y ardor.
Padre de dieciocho hijos y todos varones, no concebía por hogar y domicilio un lugar tan cargado de testosteronas y adrenalinas desbocadas. Esos nerviosismos y alteraciones le sugirieron pisarlo poco. Le sobraba esa tensión después de su jornada laboral abarrotada de muchachos feroces y tan cafres.
La mama cuidaba a sus hijitos de cuatro en cuatro, de grupo en grupo, todos a la vez pero nunca mezclados, aparecieron los primeros clanes y bandas en la vida cotidiana de la familia. A parte de santa, fue siempre una erudita en inventos prenatales necesarios, realizados con materias primas sacadas de la naturaleza, pues ya podes tener plata, que dieciocho hijos son muchas bocas que alimentar.
Su residencia era un cuartel de régimen severo. A D. Agustín no le quedó más remedio que ser duro, poco candoroso, algo violento, para nada generoso. No permitir motines para sacar adelante el barco con tantos rebeldes dentro solo se podía conseguir con recia disciplina. Cuando sus hijos se dieron cuenta de su verdadero interior, ya se había muerto. La vida es así, no pudieron ofrecerle su afecto al necesitar dárselo, era tarde. Se marcho, en su último viaje a ninguna parte al ser ateo. Hablaron los hermanos del gran padre que tuvieron. Muchas anécdotas surgieron a la luz. Era el momento apropiado, entre sus añoranzas, llantos, dolor, pero agua pasada no mueve molino.
Albertito el último del regimiento de dieciocho hijos varones, recordó en el velatorio de su papa delante de primos, tíos y demás familiares, una de las últimas anécdotas  curiosas y divertidas que tuvo con su papa, algo que le marcaría para siempre. Tan metafísico y filosófico cuando lo cogías de buen píe, con cuatro tintorros agitándose en su pechito. Albertito contaba con catorce añitos cuando entro en el despacho de su papa, para pedirle que le resolviera unas duditas. Albertito tenía una carita muy risueña, de carácter favorable e inquieto. Requeté peinado, con uniforme de bachiller, polo azul marino de cuello ancho, acabado en puntas abiertas por fuera de camisa blanca, pantalón de ejecutivo, zapatos negros brillantes. Lo pillo de tan buen ánimo que no le importó dejar sus tareas. Un nuevo discurso para una conferencia en la academia cultural y científica de ciencias matemáticas. Allí lo esperaban con los brazos abiertos, compañeros y camaradas conocedores deseosos de sus ideas originales, aperturistas en investigaciones y de aguda ironía:
-¿Papa cual es el placer al leer poesía? Casi siempre es tan triste. Muchos poetas aparecen en los libros de la historia suicidándose.
- Hijo, la poesía es desnudez, quedarte en pelota picada. Borges como muchas de sus desnudeces en sus opiniones dijo: “He cometido uno de los grandes pecados que un hombre puede cometer, no he conseguido ser feliz”. Esto lo dijo cuando ya tenía cincuenta años. Para decir eso a su edad te aseguro que hay que echarle pelotas. Borges poseía la profundidad del ser, y para eso hay que desnudarse. Lo malo es cuando te mirás al espejo como tu mama te trajo al mundo, por lo normal y en general encuentras miles de defectos y no te gusta. Te desnudas, se te enfría la mollera encontrando imperfecciones de tu propio ser. Coges una pulmonía depresiva que deriva en enfermedad terminal, sin remedio, te vas al otro barrio si antes no te has suicidado de pena. Al enterarse las vecinitas de mesas camillas criticarán que te suicidaste, dirán que fuiste un cobarde que no supo afrontar su propia carga. Pobre de ti como te puedan salvar del coma casi terminal, te señalarían con el dedo por la calle, se te caerá la cara de vergüenza,  para toda la vida y te entrarán ganas de suicidarte de nuevo. Por eso Albertito lo mejor es no ser nunca poeta.
- ¿Pero el poeta tiene que estar apenado siempre que escribe?
- No tiene por qué. El poeta toca la tristeza por la condición de aducción de los estados del ánimo. El poeta está cargado de sentimientos. Será normalmente inteligente e intuitivo. Captará óptimamente las emociones. Llegando a reconocer la sabiduría de poder reflexionar sobre la vida y la muerte. Eso deprime mucho si no se asimila bien y puede llevarle al suicidio. Al poeta lo anima una caricia, lo anima una sonrisa, una frase pequeña, modesta pero verdadera. Un poeta no puede ser siempre feliz, pues al venirle un revés descubierto intuitivamente al explorar los sentimientos humanos, se puede echar a perder, dejarse llevar por el abandono y el olvido de sí mismo. Aunque tiene este punto un aspecto positivo, los sentimientos dolorosos preparan para la muerte. Apreciaran más los pequeños buenos momentos, las pequeñas felicidades. El mejor y verdadero poeta, no suprime los sentimientos dolorosos, se prepara para la muerte digna. La vida hay que honrarla. Para honrarla hay que honrar a la muerte, las dos cosas van pegadas. Si no tienes tropiezos graves en la vida, no sabrás honrar a la muerte. En La Argentina el poeta es un pura sangre, no se suicida tanto, andan tan mal las cosas en este país, que todos, quien más quien menos, dicen: “¡Qué bien que venga la muerte!” Se preparan más para la vida. Aprecian esos buenos y malos momentos y los soportan mejor. Hacen equilibro con ellos, por eso en La Argentina los poetas llegan a ser tan longevos. También por esto dejan mejor huella entre los que les leen, al tener sus poemas una gran dosis de ironía sutil y disimulada al burlarse del destino que les aguarda.
- Papi tengo más preguntas e inquietudes. ¿Tenés tiempo?
- Contigo Albertito, cuando te ponés transcendente, el tiempo deja de tener tanta importancia, el momento es atractivo y arrebatador ¡Si, decirme!
- ¿Papito la felicidad es real o es un mito? ¿Para ser feliz de vez en cuando, hay que tener muchos amigos?
- Es más bien un mito. La felicidad es pura leyenda cuando necesita de los demás. La felicidad en sí, es estar contento contigo mismo.
- ¿Por qué? No lo entiendo del todo, no lo tengo tan claro.
- Todo es un cuento. La importancia de querer estar con los demás es puro altruismo. La felicidad es un mal entendido en el intercambio de intereses creados y compartidos destinados a la supervivencia y el bienestar propios del ser, nada más. Ser feliz es no necesitar a nadie.  Mirar, te voy a poner un ejemplo práctico. Hacer a Marcelo la siguiente pregunta – Marcelo era el lorito que compartía parte del tiempo y del despacho de papa - 
-¿Marcelo a quien querés más, a papa o a mí? – Albertito se dirigió al loro y le formulo esta misma pregunta. A lo que el loro respondió.
-A tu papa –
¿Y eso porque? Si yo te quiero muchito- Pregunto Albertito algo frustrado
 – Porque si tu papa me dura más, está bien de salud y feliz, tardaré más tiempo en no morirme de hambre y de penita- Después de decir esto el lindo lorito le dio la espalda literalmente a Albertito ignorándolo por completo todo ese rato.
El papa miró a Albertito, y pensó que le había dado una lección de lo que era la felicidad, un revés rebelado, que le duraría toda la vida, una carga. El loro Marcelo, se había pasado, ojalá no haya traumatizado al nene, pensó el papito. En silencio empezó a pensar si había sido aquel ejemplo una buena idea y siguió explicándole.
-Albertito te das cuenta que Marcelo no podrá nunca ser feliz. Me necesita. Mira que estúpido y boludo se puso. ¡Te habló hasta con algo de prepotencia! También es cierto que Marcelo es un loro frustrado e incomprendido, comprenderlo. Lo compramos en el mercado de los Incas, sucio y pelado casi. Sufrió demasiado, no comía y solo sufría. No tuvo una de cal y otra de arena, tan necesaria para ser feliz. Ahora se pone hasta el culo de comer, lo mimo, le hablo, lo tiene todo, lo que no tuvo nunca. Se le agrió el carácter, no supo asimilar. Al ser humano le pasa más y más y de peor forma y asimilación. Por eso el buen poeta siempre es tan solitario. Será progresista para alcanzar la resistencia en su paz interior y será sincero. Con esto respondo en algo a lo que me planteaste en la primera pregunta.
- ¿Pero entonces para ser buen escritor hay que ser sincero?
- Hubo grandes escritores amantes de sus semejantes, y salieron mal parados, creyeron que llegar a ellos sería a través de la sinceridad. Un error de lo más garrafal. Si eres así, puedes dar una conferencia en los EE.UU para jóvenes universitarios republicanos y decirles manifiestamente sin complejos:
-¡Soy drogadicto, soy homosexual, soy un genio y no tengo remedio!-
 ¡Que rompe pelotas! Tenés un lio creador y narrador de historias. ¡Pobre literato necesitado de tener amigos! Tuvo que manifestar sus propias ideas, dejando la semillita estéril de su propia soberbia. Se sincero y eso lo mato. Los demás no tendrán porque necesitarte, pero necesitarán apalearte diciendo lo que piensas. Serás un prosista suicidado o asesinado. Serás un autor frustrado.
Albertito quedo traumatizado para toda su vida después de esta conversación con su papa. No volvió a tener más de esta índole. A partir de ahora peguntaría sus inquietudes al loro Marcelo. De hecho llamó a su primer vástago Marcelo. A su segundo retoño, una niñita muy tierna y dulce, se la bautizo como Marcela. Se casó con una esplendida mujer sin complejos llamada Marcelina. Una mulata esplendida de origen natural brasileiro. Nunca tuvo entre sus familiares loro alguno, si que tuvo chigua gua, fue al único que no se le designo con el titular de Marcelo. Albertito consiguió destacar y resaltar en su vida laboral como astro físico nuclear de gran prestigio. Escritor de novelas con éxito en ventas. Destacaba en el género negro psicológico. Flor y nata suprema en estas lides, con saga numerosa y superventas mundial. Ni decir tiene cual puede ser el nombre de pila del detective protagonista de la colección, al estilo de las obras de Agatha Christie. Ni que decir tiene quien descifraba y aclaraba cada crimen, compañero fiel del investigador. Cual lindo ser singular, lleno de cualidades intuitivas, desenmascaraba número tras número al presunto asesino en el último instante de cada capítulo. Delatando con una de sus plumas que dejaba caer muy sutilmente al lado del homicida o criminal de turno. Albertito también fue un espía reconocido y conocido entre la élite, mal presagio para un espía. Fue localizado y atrapado pronto por el enemigo. Se pudrirá por un tiempo en una cárcel libanesa. Tuvo la suerte que al carcelero se le apodará Marcelo entre los ambientes bajos de la prisión y se sintió durante un tiempo como en su casa.
Para D. Agustín la palabra amistad en la paternidad no le entraba en sus conceptos normales. Ser padre tenía que estar dentro de las jerarquías. Así de mayores los adolescentes podrían apoyarse en alguien que sirve de guía. Esa actitud resultó ser un éxito. Con el tiempo cambió algo de parecer, no del todo. Solucionó sus incógnitas, dudas y preguntas. Las que presentaba el presente, preparando las que depara el futuro, tal y como hemos visto anteriormente con Albertito. 
Hombre de profundos saberes y fuerte carácter, también fue muy lujurioso, muy promiscuo. Tuvo amantes a pares, a tríos. Galán apuesto y complicado sumergido en ambición viciosa. Sus grandes sueños, obsesiones y pasiones, se comprendían en hacer sexo todas las semanas con una esposa, una concubina o cortesana refinada. Todas a la vez pero sin llegar a montar una orgía. Las trataría con cariño y comprensión. No acabaran en el psicoanalista. No las quería alineadas, que llegaran a conocerse o saber de la odisea amatoria a las que estaban expuestas. No las deseaba mezcladas confusamente y sin orden. Todas tenían una agenda particular y propia, con sus nombres y caprichos apuntados correctamente. Le ayudaría a no enredar y complicarse la vida. Mundologías que llevaría siempre como bagaje de equipaje, un hombre de buena intuición. Un capitán de navío con una novia en cada puerto puede cagarla fácilmente. Fue un héroe entre sus concubinas. De una personalidad que dejaba huella como una estrella de Hollywood en la década de los cincuenta. De bigote fino y arreglado a la altura de la comisura del labio superior. Un alma de dios, complicada e inquieta.
Su espíritu tumultuoso acabo buscando distracción en las matemáticas, pues estas carecen de sentimientos. D. Agustín llegó a ser licenciado en ciencias de la matemática de forma compulsiva, luego se doctoro y consiguió una cátedra. Aunque lo deseó, nunca pudo dedicarse de lleno a la literatura, se hubiese muerto de hambre. Nunca lo vio como un porvenir extraordinario. Si bien, no le salió una afición infructuosa, le otorgaron premios graciosos y curiosos. A mitad de su vida, ya maduro, toco la fama, los medios de comunicación se encandilaron de su personalidad jovial. Se fascinaron con su carácter extrovertido, pues lo cambió a conciencia para lograr sus propósitos y metas. Le dieron a conocer de tal magnitud, que le proporcionaron sin querer, más amantes clandestinas, pues aun no existía la prensa del corazón hoy por hoy día entendida. Así pudo pasar desapercibido a la salida de los bares, salas de fiesta, conociendo la golfería a gran escala, empezaba a tener plata.
No sintió nunca desde su bondad interior ser un verdadero pacifista. Como ya dije le gustaba discutir y le proporcionaba placer. Lo suyo era un aula serrada donde solo se escuchara su voz. Más que verse influenciado por las ideologías del momento internacional, y el movimiento marxista externo al de su país, le atrajo dentro de una compostura natural, la alegría, la piedad por sus criaturas siempre que estas pensarán de igual manera. Estaba sufriendo una transformación del ser. Le estaba cambiando el karma por momentos. Su espíritu nunca le dejaba mucho tiempo en el mismo sitio. Un día se sintió indispuesto, se vio obligado a dejar las ciencias  matemáticas de la docencia cinco años después de conseguir la cátedra en Buenos Aires. Sumar dos y dos, le salía veintidós. Le preguntaron sus amistades que haría a partir de ahora, a lo que contesto despectivamente, argumentando que se dirigiría a la guerra de los treinta años, armado hasta los dientes, sin querer saber nada de su pasado, vencer o morir sin retorno. Lleno de incógnitas y desencuentros se metió a político. Imposible hacerse pasar por un revolucionario de salón, o un tertuliano de mesa camilla, acababa siempre fuera de sus casillas y con fuertes jaquecas, juicios, y moratones barios. A parte, siempre que le daba por pensar y recopilar anécdotas para sus obras, comenzó a decir lo que sentía, su verdad interior, lo que le llevo a quemar muchas de sus creaciones. Quemaba más de lo que escribía. Quedó con una fama de pirómano imbécil, difícil de borrar en su currículo de conocidos intelectuales. Creía que todo lo que escribía estaba mal. Tenía que plasmar un ensayo sobre la valentía de ser escritor y no morir en el intento.
Hijo de su época, el hombre abstracto acaba siendo irracional. Cerrar el círculo de las irracionalidades no era sensato. Se sintió por mucho tiempo perdido en un laberinto sin salida, donde le perseguía el mino-tauro de lo incomprensible. Sintiéndose tras estas reflexiones algo indispuesto, fue tratado durante cinco años por los mejores especialistas de la psiquiatría moderna argentina. Tras fuertes tratamientos, revelado por la razón desde el pensamiento, otra vez perseguido por la hoguera de sus vanidades, volvió a hacer más y más grande el montón calcinado de sus escritos, quedando todo el escampado trasero de su granjita de la Pampa en Rojas, un campo de batalla arrasado.
Murió de tristeza en un hospital psiquiátrico por falta de inanición intelectual. Buscar polémica donde no la hay lo mato.
Dicen las malas lenguas que quien más se acordó de la muerte de D. Agustín, fue el loro Marcelo y eso que lo quisieron muchas personas de la alta sociedad, y de la baja suciedad lujuriosa y fiestera.
Colofón explicativo:
Relato inspirado en la vida, entrevistas y frases de Ernesto Sábato. Irónico, intuitivo, incisivo ávido para cortar justo en el sitio deseado, sin llegar a ser punzante molesto. Le dejo este humilde relato, quizás malo e imperfecto al máximo. Igualmente pido perdón al meter matices argentinos que no corresponden a un castellano. Lo creía necesario para darle más autenticidad a la ironía de los pensamientos relatados: “La unidad dentro de una rica diversidad le pertenece al hombre concreto a la que pertenece”. Al romper el matiz de mi castellano natural y de origen, no pretendo molestar a los matices en el dialecto personal y único del argentino. Solo está pensado para acentuar el humor dentro de la ironía de algunos pensamientos que me llaman la atención. Aclaro esto porque en Andalucía, España, hay un dicho que dice: “Te pueden dar una guanta sin mano”. No tengo ganas de ser un franco tirador de nadie, cultura o pueblo, igualmente no llevo un cañón a mis espaldas para hacerme amigos, tampoco ganas de llevarme una guanta inmerecida ante mi atrevimiento pues no está hecho con maldad alguna. Pienso que puede haber una cierta licencia en este sentido si lo pretendido es contar una historia de otro lugar penetrando en su manera de captar las cosas e inquietudes que les rodean, dándole una pizca de mordacidad humorística desde la admiración del ingenio argentino y su gran y rica cultura, que lo es para mí, nada más).

viernes, 10 de octubre de 2014

La mujer que espantaba a la muerte entregándole poemas.



-Presente
Sé en qué te inspiras al hacer los poemas, tomas notas entre las cosas que están pasando en el aire. Aspiras tomando apuntes en conversaciones de ancianitas, al lado de la mesa donde tomas el café de la tarde, la pelea de una pareja de enamorados, una discusión sin sentido, esas son las mejores. Inhalas sabía nueva que queda impresa en renglones horizontales. Te descubro a lo lejos, desde la última butaca, disfruto de la mejor función. A mi lado Láquesis, esperando la entrega en deuda de la nueva obra maestra. Al final alza una de sus manos sin parar de devanar la rueca del tiempo. Desando lo andado, imaginándote cómo despiertas al amanecer, muy temprano, con el primer mate de la mañana, con el pijama de ositos locos y distraídos. Sentada frente a los primeros rayos de sol. Tras la ventana se despejan las marañas nublosas. Capas cargadas y espesas de agosto. Gotas de roció se descongelan tras la noche fría de Buenos Aires. Te diriges a tu despacho, aun con legañas en los ojos. Entras en Internet. Apartas la basura de la red, aprovechando las buenas nuevas, una fuente de ideas que divaga amontonada y gradualmente por tu mente. Descubriendo un mundo ideal entre lo real y lo fantástico. Editar no es tarea fácil, ser poetisa menos, ser mama y ama de casa a la vez sin morir en el intento es una odisea. Tres horas rebuscadas sin despegarte de la silla del escritorio. Contigo nace una nueva fórmula de recoger fruto para plasmarlo en el Word de recuerdos. Construir en vacio una página, desde la caja de Pandora de las nuevas tecnologías. La mejor manera de concluir un poema, es acabarlo dos versos antes. Presentas poemas en escenas concretas, pagando así al compromiso.


-Niñez.
Desde nena ya ideabas como llenar espacios en blanco, preparabas dos semanas antes lo que aun quedaba por venir. Entre escalofríos inesperados llenos de presentimientos, surgía el sueño más extraño. Ese que fuiste descifrando a media que pasaron los últimos meses, no parabas de escribir, cuentos de una niña que escapa siempre del peligro. Una mañana incierta, a los siete años, sacaste una brújula congelada de tu abrigo de Agosto. El gorro polar de rallas azules y blancas de punto grueso cubría tu rostro, rodeando esa carita angulosa y de expresión tierna permanente. Esperabas en la puerta de casa el autobús escolar. Tú manita enguantada en azul marino, se pegó y apretó por instinto el metal gélido del cuaderno de bitácora. Un cruce mortal, confluencia de avenidas tomadas a destiempo, error humano, choque entre gigantes, un golpe para siempre, jaquecas eternas, depresiones inesperadas. Una estación de metro se iluminaba atravesada por sombras con silueta propia, serían los fantasmas de un pasado, extrañamente el que se repite y está siempre por venir envuelto en caja sorpresa de cumpleaños, el futuro incierto. Una parada de autobús desierta en la avenida nueve de julio. Solo pasa el viento húmedo y dobla cerca con el cruce de la Avenida Corrientes. Para un autobús de línea conducido por un espectro con figura de vieja decrépita que hilaba sin parar. Invitó a la niñita a que subiera, esta subió solo un escalón entregando en mano extendida de la parca su último cuento, el primer préstamo al tiempo extra. Antes de cerrarse las puertas la niña pregunto por su nombre, y esta le contesto con un suspiro profundo “Cloto”. El obelisco al fondo parece la aguja de una brújula, como la que tienes entre tus manitas de nena, donde se guía la esperanza esquiva, imantada entre una atmósfera cargada de incierto destino. No para de darse vueltas a sí misma la manecilla que indicará hacia ninguna parte. A partir de ese día pierdes algo de cordura. Empiezas a crecer, resaltan luces de colores por puro instinto a tu alrededor. Todo lo que te rodea a partir de ahora estará lleno de gente, autobuses, avenidas y arterias principales, bocas de metro llenos de mapas de estaciones “subte” por todos lados que no llevan a ningún sitio, vías oxidadas, vagones jubilados y explotados en horas de servicio, material rodante destartalado, todo sigue igual que décadas pasadas. Nada volverá a estar desierto como en aquel lejano sueño de la infancia. El túnel da señales de luz al fondo. Despiertas del coma, una segunda oportunidad para no parar nunca.


-Madurez.
Eres poeta reconocida, novelista y narradora con galones nacionales. Un buen día paras el coche recién comprado, el más moderno hasta la fecha que has tenido, frente al nuevo nido, pero no tienes ni idea de donde te detuviste. Todo lo que tienes delante es tuyo, supiste atraer a la plata, a las deidades hermanas e infernales, puerca laguna de la memoria. Antes de abrir la puerta, miras por el espejo retrovisor, cierras los ojos y dejas que se pierdan tus pensamientos: “Tengo casa, tengo auto, estoy más que re bien. Solo me mato de hambre para no salirme del círculo, que no me pierdan el interés. No quiero perder la visibilidad de lo que me rodea, no quiero volver a ser invisible, ahora que lo conseguí todo, no, nunca, jamás... No quiero que me olviden ahora que el tiempo no se detiene, pasando como un rayo asesino que nos roba lo que nos queda de vida. Cumplidos los cuarenta todo parece antiguo, la concha se reseca y las ideas también, menos mal que me queda Internet. A los veinte quise estar en todas las fiestas, el tiempo no existía. A los treinta las épocas aparecían en el almanaque, hora tras hora, etapa tras etapa, sin parar. Aun era joven, una circunstancia. Tenía que pasarlas bravas, cogerme a quien quisiera, ser libre, acabar antes del ocaso disfrutando de todo sin parar, con ansias sin saber porqué. Los buenos tiempos son ahora, a los cuarenta y tres. El espacio toma sus propias estructuras, tengo billetes, tengo plata que alcanza para fin de mes. Tengo amante renovado, más maduro, rescatado de un ayer. Pude repescar al fugitivo temeroso y timorato de los miedos de las responsabilidades. Le hago el amor después de tanto sexo perdido y atrasado. Con el resto del lomo escocido de cansancio. Fundidos amantes, tranquilos pero con ansiedades. Antes, arriba, encima devorándome. Llenas las energías. Ahora te veo desde lo más bajo, mi viejito cansado. Así que esta noche ¡dale amor mío!, que yo me muevo, aun me quedan fuerzas para ti, y trátame bien, como cuando teníamos veinte y tantos”.
Vuelve a abrir los ojos, su visión choca contra el espejo retrovisor. Debe retocarse el corte de pelo al estilo Cleopatra. Los tintes tan oscuros no van a la moda, las puntas están demasiado largas. Sale del coche, cierra la puerta con llave. Extrae del abrigo de agosto la brújula congelada de los sueños de nena. Solo marca hacia el norte. Todos los presentimientos que tuviste se han cumplido. Puedes darte por recompensada y agasajada entre iguales. Solo que todo se ha hecho realidad de forma diferente. Nada salió como planeaste. Entra en casa, su casa, comprada por sí misma. Pone el toca discos, un disco de vinilo antiguo, su cantante favorito, su canción de vida, pasos en el camino que nunca se borran: “Sad Eyes” de Bruce Springsteen, su amor platónico, un chico de barrio, con el que se identifica. Se deja caer sobre el sofá, mira al techo mientras escucha la letra, cree que forma parte de ella, la banda sonora de su vida. Se deja llevar mientras piensa: “El príncipe azul es daltónico y tiene alopecia. Algunas amigas se marcharon para no volver, otras mejor que no hubiesen vuelto. Los hijos hacen travesuras, no aprueban con sobresalientes. El vecino ladra demasiado. La gata no es arisca, es tierna y dulce, para colmo se lleva bien con los dos Dóbermans, que gata más lista, sabe hacer amigos”. Susurra mezclando sus pensamientos con la letra de la canción, mientras se mira al espejo canturrea a la par del disco: “Porque los ojos tristes nunca mienten. Azul, cinta azul en el pelo, como si estuvieses segura que sigo esperando aquí”.
No es como lo deseabas, aquel día nenita, nada termino, ni pasó del todo. La avenida Corrientes sigue sola, el cruce con la nueve de julio en ocasiones aparece sin gentes. Solo el obelisco reluce más que nunca, vuelve a ser una punta gigante y brillante, un reloj de sol en medio del desierto. El autobús fantasma calienta motores, lo conduce Átropos, la que cortara el último hilo. El cronometro de la cuenta atrás se ha puesto en marcha. Es el viaje de vuelta. Dentro de unas cuantas décadas. Esperemos sean muchas, nunca demasiadas. Todo está bien en su justo momento.


-Otoño.
Sin saberlo estas endurecida por el tiempo y escribes poemas. Los castillos ya no se posan solo en el aire, tienen cimientos, raíces nuevas, paseas entre castaños que comienzan a abrirse, cerca de los espacios abiertos de Palermo, legendarios y millonarios. Las primaveras ya no son campos de batalla, no hay con quien batirse, ni contrincantes con los que encontrarse. Casi todos los terrenos están explorados. Construiste refugios en medio del desastre que lo resistieron todo. Ahora eres fuerte, una mujer que procura reinventarse en los nuevos tiempos. Conservas los pozos de buen vino, el vinagre se derramo por el camino. Tras palabra tras palabra, tras cada verso tras verso. Está todo claro, todo inventado. Entre la confusión no te dirán nada. La prosa será de lo más clara, los ruidos de fondo se funden en rojo.
Estas vivita y coleando, no has muerto en el intento, al convertirte en una mujer curtida. Traes la plata a casa, cuidas de los pequeños, eres amante amada, más amante. Eres la dueña de tus sueños. Las penumbras del pasado se marchitaron para siempre, las pesadillas aun no.


-Admirador.
Soy el que aplaude en la última fila del patio de butacas, al final, ese pizco insignificante que apenas se nota, casi rodeado de oscuridad y silencio, pero que lo sabe todo acerca de ti. Soy ese pellizco que salta como un resorte tocado a propósito. Mañana volveré a leer esos poemas de una mujer madura. Mientras escribas volverás a renacer, serás Ave Fénix que se funde entre sus propias cenizas, y es eterna. No lo olvides nunca…


-La Sorpresa.
“¡No tan deprisa, no olvidéis! Que un trato, es un trato y la Parca espera. Nunca olvida…” 


jueves, 9 de octubre de 2014

Las personas tóxicas.



Se encuentran en todos los lados y son ellos los que te buscarán si eres victima propicia, ya que no actuarán con todos igual, saben con quienes pueden y quiénes no.  Algunos pueden considerar como comportamientos tóxicos lo que para otros puede ser aceptable o puede ser lo normal. Es una percepción subjetiva, lo saben y aprovechan este punto poniéndolo como aprovechable al manipular sus actuaciones a los que les rodean. Como reconocerlos: Es la persona que en forma continua habla de temas negativos. Encuentra el punto negro, no acepta a la primera una opinión o sugerencia, son hirientes. Ellos tienen la razón siempre. Estas personas están reflejando lo que traen en su interior: mucha negatividad, resentimiento, envidia, celos, crítica, frustración, baja autoestima, necesidad de ser reconocidos, aprobados y ser importantes. Creen que solo han luchado con esfuerzo en la vida ellos únicamente. Sus víctimas son por esto las que menos han conseguido en su propio porvenir, pues pueden machacarlos y desfogar sus incertidumbres. Nunca les ofrecen soluciones positivas, las disfrazan de soluciones únicas deprimentes y sin mucha esperanza, lo llamarán realismo y que no afrontas la realidad. Siempre te lo dirán en privado, de cara al público hacen lo contrario, así si intentas ponerlos en su sitio los demás pueden ponerse de parte del toxico sin darse cuenta. Si les pides ayuda ya que ellos saben tanto y se han hecho a sí mismos, te responderán que no, que uno tiene que ayudarse solo, en estos casos que intentan atormentarte nunca te darán soluciones positivas y esperanzadoras, por ahí los pillarás bien de que van. Están vacíos y buscan llenar este hueco con tu amistad, relación, o compañía. Este tipo de personas te cansan, te aburren, limitan la conversación, pues sus pensamientos derrotistas nunca te llevarán a ningún lado, chupan tu energía positiva como vampiros emocionales, harán durante la conversación espavientos y teatrismos absurdos incluso dejándose llevar del placer que están viviendo al ver que te están hundiendo dejándote sin esperanza alguna. Es maldad en estado puro. Jamás se les pasara por la cabeza una reparación a sus daños, pues son inconscientes de sus actos ya que comprenden mal la humildad o la desconocen.
Como se las controla: Escapando de ellas si puedes. Tejen tan bien sus redes para que no escapes que antes que los localices intentan saber todo lo posible de tu intimidad, por ahí te agarran. Al "tóxico" se lo neutraliza con amabilidad. Su afán por lastimar con comentarios o actos desagradables resulta estéril si él percibe que carece de efecto. Será difícil evitarlos porque una vez que creen que te tienen insisten por teléfono, o por Internet, redes sociales, mensajes internos no visibles a los demás, para pasar más ocultos y desapercibidos. En público su mofa hacia ti cambia para que los demás crean que no es mal intencionado. Si te enfadas en público con ellos puedes cagarla y ellos ser las víctimas, cuidado con eso, no son imbéciles, son malos. Pueden confundirse las personas toxicas. Las que nunca son tóxicas son las que van a su rollo. Dirigidas en pensamientos propios, a sus ideas sin meterlas en casa o vida de nadie, el que te quiera leer que entre por su propia curiosidad. Además al no tóxico se las trae al pairo que le lean o no, escribe por sentirse vital a sí mismo, como terapia sana de ocupación interior. Las opiniones de los demás no es lo más importante, para el tóxico sí que lo es, y esta siempre entrando en el lugar del otro para que tome nota de su control sobre tu persona. La persona tóxica te preguntara en privado si has hecho sus tareas en el camino de tu vida. Las que te impone con sus consejos que no le reclamas. Reduzca al mínimo el contacto personal con ellos, es lo más importante.
¿Qué tiene de bueno localizar a una persona tóxica? Que refuerza tu lucha adecuada contra su comportamiento, reforzando el positivismo más útil que necesitas para afrontar tus propios problemas. Esa actitud la adquieres al tener que contrarrestar las actitudes tóxicas. Recuerda que no hay mal que por bien no venga.
Cuidado en un aspecto del toxico, muy a tener en cuenta, y es que los que tienen éxito, están en el mundo y ocultan su veneno con quienes creen que les son útiles para relacionarse con buena actitud entre la sociedad. También utilizan al que le es necesario y aparecen ante ellos como ejemplos de virtud en el mundo. Pueden ser muy responsables en sus empresas, les gusta destacar en política pues son centro de atención y útiles entre sus compañeros afiliados al partido que militan. Se sienten como verdaderos animales políticos y se les da bien los discursos, por eso destacan ahí y se rodean de gente que les admire.  En parte es lo que buscan, pero de manera efectiva, por lo que utilizarán estas frases a menudo que ayudan a que no te la peguen del todo: "eso ha salido gracias a que yo"....., "ya lo dije...", "seguro que yo soy el elegido/a, a ti lo que te pasa es que no reconoces…" y... un largo etc... Ten presente que llegan a ti por querer darte consejos para que te encuentres mejor. Jamás te darán esperanzas, por ahí los pillaras desde abajo. Las ideas para prosperar te las tienes que localizar solito. Malo será si prosperas para sus verdaderas intenciones. Esas metas e ideas realizadas y plasmadas en tu buena actitud, no serán buenas para el agresor y si para la victima del tóxico, por lo que tu futuro te lo suelen empantanar lo máximo posible.