miércoles, 29 de agosto de 2012

Superaciones: “Capacidades Distintas”. Argentina nos enseña.


De vez en cuando me da por mirar la prensa Argentina, Clarín, La Nación, y alguno más. Este incipiente interés hacia todo lo Argentino, luego reforzado con el paso del tiempo, me hace seguir las peculiaridades, en ocasiones chocantes y llamativas tras lo dispar de su cultura con la nuestra. Hace dos años conocí a una mujer de Buenos Aires, maravillosa, que tras un arrebato intenso de la pasión, vio como su vida se trasladaba a Córdoba, España. No solo me cautivo su personalidad, su formación y aprendizaje en el transcurso de su vida, es psicóloga, empresaria y algunas cosas más. Disciplinada al máximo, luchadora como el que más. Desde el primer día que la conocí me llamo tanto la atención. Instruida, cultivaba en experiencias por bien sembradas. Embelesaba a tal extremo con su acento, con sus cualidades como persona, que acabe enfrascado por su cultura, su estilo y clase ante la vida. Eso desemboco en curiosidades y seguimientos continuos del pensamiento y costumbres del pueblo argentino.
Todo esto viene en relación respecto a la inocencia mágica, nobleza humana que guardan ciertos pueblos por muy grandes e inteligentes que sean. Ocasionalmente pillines con lo ajeno. Que se lo pregunten a las petroleras, pero eso es tema de otro costal. Aun así, hay puntos y aspectos llenos de valores que en España me da la sensación ya perdimos hace tiempo. Virtudes que dejamos de lado, o nunca hemos tenido en nuestro espíritu como pueblo. Siempre nos falto el coraje a defender lo justo, ha sacar provecho de las cosas desde los principios morales. Furias propias de caracteres determinados. La pasión e intensidad hacia la vida, la audacia de los intrépidos. Cualidades efectivas que dejamos de lado en Europa hace muchos años y que los argentinos aun conservan.
Ojeando el diario “La Nación” (Argentina) hace unos días, me llamo la atención un artículo dedicado a Pablo Pineda, el encabezado decía así: “Primer licenciado europeo con síndrome de Down”.
El articulo en cuestión trata sobre las nuevas generaciones de jóvenes con este síndrome, a la vez que se desarrolla y se amplía en una entrevista. Es cierto que en España también se le valora, y con justicia. El diario “El País” es quizás el que más se ha dedicado en sus espacios a este señor, aunque no con ese toque explicativo de sus mayores méritos desde la buena ética que posee dicha persona. Refiriéndose a su progreso, desarrollan entre línea y línea, con gran frescura, ese toque de seducción y encanto único de los bonaerenses. Descifran desde claves de conducta, dignas de ser observadas. Pasando por explicar el origen genético y a lo que conlleva. Hacia las limitaciones que les puedan ser acarreadas a la hora del desarrollo físico e intelectual de los mismos.
En la entrevista, Pablo Pineda se expresa como los ángeles, catedrático experto en el saber. Introduciendo remaches abre mentes, como: “No existen personas discapacitadas sino personas con capacidades distintas”. Quizás nos lleve ventaja a muchos, pero con el sudor de su frente, posiblemente con más esfuerzo que otros. Se lo ha ganado, no solo por ser licenciado en magisterio, quedándole cuatro asignaturas para acabar la titulación de Pedagogía. Esta en el grupo de personas que nos enseña tras su superación, campos nuevos hacia donde dirigir de forma eficiente la mirada. Nos enseña que la sociedad debe evolucionar hacia las personas, no solo con este síndrome, sino, con las discapacidades que los encontremos, sean del tipo que sean. Fomentarles sus capacidades propias. Activarlos adecuadamente para que tomen intereses adecuados a una posible independencia. Que aspiren a superarse día a día, dentro de los parámetros que nos permitan sus limitaciones. Igualmente apreciar más las investigaciones adaptadas a ellos, las que nos permitan y nos dejen avanzar hacia un mejor futuro para todos.
Cuando el articulo esta tratado de esta manera, veo el toque singular del porteño. Llega sigiloso a paso de tango, un pie tras el otro y al giro sobre si mismo. Toda una filosofía de las artes, cómplices y mágicas, amantes inseparables del saber transmitir. Me refiero a como le dan ese aliño capital, tan personal hacia aspectos tan transcendentes e importantes, que lo convierten más esencial aun, aplicando la metafísica dentro de la metáfora. Virajes del pensamiento inesperados, pero tan agradables al final, con tan buen sabor de boca. Cada uno que lo lea encontrara quizás una explicación distinta, pero la comprensión acaba en contornos de poesía. Miren un posible resultado a todo esto, en el apartado comentarios, tras la entrevista a Pablo Pineda: “Una prueba viva de que el espíritu no se enferma, y de que puede mucho más de lo que creemos”.
Hay muchos más comentarios. Interesantes todos, por algo son los reyes del auto-análisis- psicológico. Algunos tocan sensibilidades totalmente borradas aquí, es mejor, así las conciencias no son tocadas y analizadas. Una es cuando tratan: “Si fuera por los abortistas no hubiéramos conocido a Pablo”. Muy posiblemente, si la filosofía del aborto que nos quieren meter triunfara, acabarían por no nacer ilustres pensadores que por un síndrome como este, parece que no deben nacer. ¡Que aguante su carga otra! Pablo vive con su madre y después de tantos años siguen admirándose mutuamente. ¿Quien le iba a decir hace 37 años atrás a su familia, que llegaría tan lejos y con tanto que dar a otros para aprender incluso de su sabiduría? Cuando nació Pablo, el síndrome de Down no dejaba excepciones, ni se planteaba la humanidad de las capacidades distintas. Esa es una razón del no al aborto. Si no hubiesen nacido por sus discapacidades, no hubiésemos progresado. En la actualidad, no tendríamos el presente deseado. El que nos proporcionan seres tan maravillosos como Pablo. Avances científicos que cuentan, ayudan a canalizar y acoplar mejor las capacidades cognitivas del aprendizaje de muchas personas con discapacidades. Adelantos que solo hace unos años, no tantos, eran impensables. Por eso se me vienen a la cabeza las madres que tras realizar un estudio del embarazo se preguntan: “¡Pobre chico, hay que obligarlo a vivir así! ¡Mejor abortarlo!”
Podríamos preguntarnos igualmente, que si hay muchas personas, chicos y niños como Pablo de los que no nos esperábamos ningún posible avance en sus capacidades, y con el tiempo progresan, porque no hacerlo con los que vienen al mundo en un estado mucho peor. De los que hoy día solo vemos una carga para si mismos y para sus familias. Oportunidad que ha tenido Pablo y otros como Karen Gaffney diplomada en magisterio, primera persona Down en cruzar 14 kilómetros del lago Tahoe. Si ciertas leyes del aborto triunfaran, con las políticas de Zapatero, afectarían a muchos discapacitados, no podrían tener su oportunidad, pues no les dejarían nacer. Con los tiempos, y con paciencia hay soluciones en este sentido. Soluciones para el bien de todos, también para sus madres. Muchas dentro de unos años, podrían compartir experiencias al lado de sus hijos con discapacidades, sin dejar de admirarse el uno al otro, tras la lucha común. Seguro que entonces, al igual que la madre de Pablo, no se arrepentirían, aunque al principio, posiblemente al igual que ella, no vieran ningún futuro adecuado para el.
Aquí quien les escribe, le diagnosticaron siendo casi un bebe aun, cerebro vago, déficit de atención, y alguna cosa más que me reservo para mi. Lo de cerebro vago ha ver como me lo como, eso es otra. A mis más de cuarenta años, ni por asomo llego al nivel conseguido a base de su esfuerzo, como si lo ha conseguido Pablo. Aunque pueda parecer extraño para algunos de estas arenas, para otros, seguro que no, pues no soy adivino pero los veo venir. Seguro que comentaran, con su típica mala hiel que si ya se lo olían, etc, etc. Esos progresistas que no les gusta que otros pensemos y opinemos distinto a ellos. Les pegan un empujón a una cajera del supermercado y no hacen nada. Lo hemos observado mal y con demagogia, claro, más de lo mismo. Eso solo para los señoritos de palacio, del cortijo y demás, como siempre. Si por ellos fuera, para estos progresistas, estas leyes del aborto vienen ni que pintadas para que no nazcan seres como yo, por ejemplo, así, ancha es Castilla. Que nadie les refiera algo que no va con sus ideologías. Cosa de la que estoy en contra, la diversidad de opinión y el respeto a todos, piensen y digan lo que digan, es la base del verdadero progreso. Pues lo que a ti no te gusta, o le parezca una barbaridad, a lo mejor no me gusta a mi, y viceversa. Luego con llamarme: “subnormal de no se que, aborto de mono, cuanto loco que escribe por estas arenas”, pues esta bien dicho para ellos. Cosa que de cierta manera no deja de estar mal.
Las personas normalmente olvidan analizar a los demás, pues creen que ya tienen suficiente con sus propias vidas. No ven en el mundo de las deficiencias en su totalidad, ya que hay muchos más seres humanos, que sin tener ciertos síndromes, no llegan por si solos a superar lo más cotidiano. Poniéndole el mismo esfuerzo que pone Pablo, pues el ha tenido la suerte de que se le ha llevado por un camino adecuado. Luego están los grados posibles dentro de estas enfermedades, las hay más o menos profundas. Sus padres, se interesaran por el en todos los sentidos. No esperaban que llegará a la universidad, pero si querían que estuviera en contacto con la gente y fuera a las mismas escuelas de sus hermanos. Su madre fue ha hablar con el director del instituto, (como siempre las madres, la mayoría están siempre hay, sacando la cara y dando el alma por sus hijos, eso es así) aunque consiguió el visto bueno del director no el de algunos profesores que se opusieron, pero como Pablo cuenta en la entrevista, se los termino ganando.
En el proceso de la vida, refiriéndome de ciertas personas con discapacidades, llevar escrito en el rostro que hay algo que no funciona con la normalidad adecuada, puede ser contraproducente o puede venir en cierto modo bien. Depende el ambiente con el que des o te encuentres. ¿Pero y no dar ningún síntoma de que algo falla y no te permite progresar adecuadamente, desde el principio de tus días, que nadie se de cuenta, y más en los años setenta?
Recuerdo que en esa década, había pocos avances aún. Era un niño como otro cualquiera, con el inconveniente que parecía que no estudiaba, o no me daba la gana de estudiar. Gran mal para mí, para mis orejas, patillas y bollos en la cabeza. Delicados y humanos, por no decir sádicos hermanos de La Salle, profesores y demás perturbados, que disfrutaban proporcionando a diestro y siniestro capón por aquí, tirón de patillas con brotes de sangre, por allá.
Luego venían los primos, la familia tan querida. Recuerdo que visitaba con mi madre a una tía mía, y nada más entrar les decía a sus hijos que estudiaban en la cocina: “Seguir estudiando que viene Falete, el orejas de burro. El no será nada en la vida y vosotros si”. Si es que encima todo se te junta...
Otro primo de mi edad, compañero de juegos inseparable, me refirió una vez, con la dureza e inocencia de los críos, algo que se me quedo a presión de plancha en acero fundido sobre mis tripas de por vida: “Falete tu no eres tonto, es que no eres constante y además eres un vago profundo”. Ahora se tras los años que tenía que haberme dicho: “un cerebro vago profundo” para estar más en lo cierto.
A los seis años mis padres pusieron al psiquiatra en mi vida. Algo tenía que pasarle al niño, eso no era normal y efectivamente algo pasaba. Ciertos retrasos, no tenían tratamiento alguno, se sabían o sospechaban de su existencia, pero no había solución. Con más de cuarenta años me enteré por boca de mi madre que tendría para siempre ciertos límites, con los que ya había pagado con creces en la vida, en cierta manera sin comerlo ni beberlo. En esos años, si se podía tapar mejor, era una desgracia para determinadas personas tener un hijo así, un deshonor que era mejor tapar por el bien de esa familia y más, sino se sabía lo suficiente sobre el problema del retraso para el aprendizaje. Los contratiempos de un cerebro perezoso, que si salía, debía de ser únicamente desde el propio autocontrol del interesado, derivaban en no poder retener y procesar adecuadamente las explicaciones del profesor, para los demás, solo cierta vagancia. Acabar aburriéndote en clase tras esas secuelas o patologías, sería lo más lógico. Mirar hacia la ventana, disfrutando de los cambios estacionales, el más bello de los sosiegos. Observar como llegaba la primavera, o como se caían las hojas de los árboles, residía desde el fundamento vandálico propio de la naturaleza del niño. Ese puñetero que les robaba el dinero a sus padres, pues estudiaba en un colegio caro. El tutor siempre estaría hay para recordárselo. Para cogerlo de las solapas de la camisa, sacarle la cabeza por la ventana, y amenazarle con tirarlo desde el segundo piso, si volvía a catear en matemáticas. Nunca nadie se paró a pensar que ese niño querría en algún momento de su vida ser como los demás compañeros, ellos si prosperaban en sus estudios, jamás repetirían curso, y no les esperaba el castigo tras castigo interminable por los muy deficientes. Un ser, que quizás querría más que nadie, el fin de esos días grises tras llegar a casa. Sacar una buena nota para sentirse un igual, como sus colegas de clase. Dar esa satisfacción a sus padres, verlos orgullosos, pues pensaba que ya les tocaba, como si podían hacer sus amigos. El que se pasaba horas delante un libro que solo tenía letras que se agolpaban en una ininteligible e indescifrable explicación sin sentido. Recuerdo también que me sentía en muchas ocasiones como el apestado. Cuando había trabajos de grupos, tardes de cartulinas, fotos a recortar, partes de periódicos, revistas, ilustraciones a pegar en el mural con mucho cuidado. Esos distraídos y novedosos días, se volvían terribles. Al tocar la casa de uno de tus compañeros para realizar el trabajo de clase, y al verte mayor, los padres de estos humillaban sin importarles ese ser que tenían delante, pues eras mayor de edad a sus hijos: “¡Elegir bien a los del grupo! ¡Mira que juntarte con un fracasado repetidor!”
Menos mal que los escritos, depararan pequeñas maravillas, agolpadas en frases, una a una, formando al fin, un universo lleno de ilusión. Como el que me proporcionan estos desiertos de arena. Algunos seres maravillosos que en sus comentarios, proporcionan quizás sin saberlo, la chispa de la esperanza. Otros con sus críticas, el anhelo del aprendizaje tras la caída. La de poder entretenerlos tras dejar los posts que escribo. Soltar la esencia de unas palabras al viento. Encuentros con respuesta, los comentarios de los lectores. Sentimientos útiles, no hay mejor dicha que esa, sobre todo cuando siempre has sido un ser improductivo, falto de herramientas para poder dar a los demás. Sentirse útil.
En definitiva, Pablo me enseño, con menos años, algo nuevo, o quizás olvidado para mi y para muchos. Su vida es un ejemplo lleno de virtudes. Reflejarse en el debe ser la lucha de muchos, sus valores máximos: La fuerza de voluntad, decisión de hacer y realizar. Solo tuvo una constante a su favor, la sociedad que lo envolvió tenía más abierta la mente para incorporarlo a la lucha, en medio de la selva, apoyarlo a salir de la jungla y bien parado. No llevarlo puesto en el carnet de identidad, ha sido quedar como farsante. Engaña papas, profesores, topos y antisociales. Ojala llegue el día en que todos podamos entrar en la mente de los otros, de los que no comprenden a estos seres humanos. Casos donde mejor es mirar para otro sitio. También ellos querrán triunfar en la vida, y no saben como. Estoy seguro que llegará ese día en que consigamos tener más Pablos Pineda, incluso sin este síndrome. Personas marginadas que no sabiendo ni ellos mismos el porque de sus males, se les niega la credibilidad, y acaban apartados por la sociedad como si fueran bichos raros.
Igualmente gracias a la forma de expresión de los argentinos, pocos como ellos escriben en prensa. Sus ideas tienen esa pizca alimenticia del alma. Su sabia nueva recuerda a la tan anclada Europa, en sus escasas miras y falta de avance hacia los valores nuevos, porque no, en definitiva, los que se renuevan a sí mismos con entereza y atrevimiento.

No hay comentarios: